viernes, 26 de septiembre de 2008
El famoso barquero del Campo Grande
Hoy, el blog recupera a uno de los vallisoletanos mas queridos por la ciudadania, y es que hoy, el protagonista del blog es el mítico barquero del Campo Grande, coincidiendo con la noticia que aparece hoy en varios medios informativos de la ciudad, y es que con la futura reforma que va rejuvenecer el Campo Grande, se va a instalar una estatua en su recuerdo.
Hace ya tres años el barquero de la barcaza "La Paloma", de nombre desconocido, nos dejo, aquel buen hombre que por el precio de 100 pesetas de antes, 1 €uro a partir del 2002, montaba a niños y a mayores en su barco de madera muy cuidado, navegando entre patos, peces, y escuchando historias de brujas, familias de ardillas, fábulas de árboles... que hacian arrancar una sonrisa a los que montaban en la pequeña barcaza.
En los apenas cinco minutos que duraba el paseo, el barquero se desvivia por hacer disfrutar a los mas peques, pero, ahora el lago central del Campo Grande está vacio, su barca esta varada en uno de los laterales del lago, a la vista de la gente, pero ya nadie se monta en ella.
Nos alegramos que desde nuestro consistorio se hayan acordado de homenajear a una persona que hace el trabajo mas dificil del mundo, pero a la vez mas gratificante, hacer disfrutar a los niños, como hacia el barquero todas las tardes de fines de semana, en su barcaza azulk "La Paloma".
Esta ha sido la actualización de hoy, un abrazo y no olvideis dejar vuestro comentario.
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5 comentarios:
Cómo me gustaría montar en ese barco. Ojalá vuelvan a llenar el lago.
Un saludo.
Yo creo que sigue vivo...
Que recuerdos de pasear por esa barca y oir aquellas historias que contaba el barquero...
Buena actualización la de hoy!
1 saludo!!!
Para anónimo:
El barquero de toda la vida se murio hace tres años, lo contaron hasta los periodicos, eso si, parece que en verano hay otro barquero diferente.
Me ha emocionado mucho esta entrada. Me ha traído muy buenos recuerdos de cuando mi abuelo me llevaba a montar en la barca del estanque y luego me compraba una oblea... ¡Qué ser tan entrañable ese barquero!
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