sábado, 23 de febrero de 2008

Palacio de los Condes de Gondomar o la Casa del Sol.


Aspecto actual de la Casa del Sol

Seguimos con nuestro recorrido, el cual dejamos en el Museo Nacional de Escultura. Hoy simplemente andaremos por la calle Cadenas de San Gregorio hacia el bario de la Rondilla, y justo al final de la calle veremos el palacio de los Condes de Gondomar, o la Casa del Sol.


Cuando D. Diego Sarmiento de Acuña, hábil e inteligente político al servicio del rey Felipe III, decide adquirir una residencia definitiva en Valladolid elige una edificada hacia 1540 por el licenciado Sancho Díaz de Leguizamo, alcalde de corte y del Consejo de su Majestad, en la zona de expansión más notable del primitivo núcleo urbano, la desarrollada en torno a la Real Chancillería, al convento de San Pablo y al Colegio de San Gregorio y cercana a las casas del Duque de Lerma.

Tras su adquisición en 1599 el palacio comenzará a vivir de la mano de D. Diego, sus momentos más gloriosos, viendo modificada paulatinamente su estructura y su ornamentación externa. En el interior, bajo la dirección del arquitecto Francisco de Praves se intervino en la factura de nuevos corredores, escaleras y tejados, obras diversas que continuaban en 1612. Su amueblamiento debió ser rico y cuidado.

La fachada adquirió en los años posteriores su desarrollo heráldico, articulándose en torno al escudo familiar con los roeles de los Sarmiento y las cuñas de los Acuña, recorrido en su bordura por las armas de Castilla y Portugal, y rematado por la corona condal que permite precisar la cronología del mismo a partir de 1617, fecha de la creación del título de Conde de Gondomar. Encima se dispone el ave fénix y el sol que dio nombre popular a la vivienda.

Entre los años 1620 y 21 se acomete una reforma en las cuatro salas de la planta noble que estaban destinadas a albergar la magnífica biblioteca del primer conde, una de las más notables del reino. Se dispusieron para ello estantes nuevos, destinados no sólo a albergar libros, sino también viejas armaduras que contribuían a transmitir el ideal del caballero formado en las letras y las armas. La sala, rematada con un friso de yeso, se pintaba en oro y azul por una referencia a los colores heráldicos de la familia. Entre el final de los estantes y el friso se hallaban colocados retratos de vallisoletanos contemporáneos ilustres.

La residencia poseía su propia y privada área de expansión situada en la parte posterior de la construcción. La ribera era un espacio de recreo con zonas de cultivo, jardines y bosquecillos que se prolongaban hasta el Pisuerga y que, como en otros muchos casos, atravesaba el camino de ronda de la ciudad a través de un pasadizo elevado (elemento urbano constante e imprescindible en las residencias principales de la época).

En el siglo XVIII se realizaban labores de mantenimiento y consolidación en el edificio, pero ya en el siglo XIX, formando parte de las propiedades del marqués de Malpica, abandonaba su carácter de residencia privada para pasar a desempeñar otras funciones. La comunidad de Madres Oblatas del Santísimo Redentor ha sido su último ocupante antes de que el Estado adquiriese el inmueble en 1999 para integrarlo, junto con la iglesia de San Benito el Viejo, en el proyecto de ampliación del Museo Nacional de Escultura.
Esta es la historia se este palacio.
Podeis mandar vuestras imagenes de la ciudad a:
Unsaludo y no olvideis firmar.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La verdad es que no sabia casi nada de este edificio pero gracias a tu actualizacion ya sé un poco mas... jeje

1 abrazo!!!
Sigue asi!

Luis Alfonso dijo...

Buena historia, poco a poco aprendemos algo más de nuestra ciudad.

Por cierto creo que actualmente pertenece al Museo Nacional de Escultura, no sé si estoy en lo cierto.

Anónimo dijo...

Efectivamente Luis Alfonso, pertenece al Museo Nacional de Escultura. Edificio que junto a San Benito el Viejo no tengo el gusto de haber visitado nunca, espero hacerlo pronto.