martes, 6 de mayo de 2008

Los Martes y Sábados, vallisoletanos ilustres, hoy Rosa Chacel


Estatua de Rosa Chacel en la Plaza del Poniente.

A los 9 años Chacel va a vivir con su abuela materna a Madrid, en el barrio de Maravillas que años después glosará en su obra homónima. Su madre, maestra, le brinda la formación elemental en casa, a causa de la delicada salud de la niña. Chacel estudió dibujo con Fernanda Francés en la Escuela de Artes y Oficios de la calle de la Palma y en la Escuela del Hogar y Profesional de la Mujer e ingresó más tarde en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, que dejó en 1918. En ese momento comienza a vincularse con la bohemia literaria de los cafés madrileños: el Granja del Henar y la Botillería de Pombo, y también el Ateneo de Madrid.

Se casó en 1921 con el pintor Timoteo Pérez Rubio («Timo»), con quien tuvo un hijo, Carlos. Entre 1922 y 1927 residen en Italia, gracias a una beca obtenida por su marido en la «Academia de España» de Roma. En 1933 pasará seis meses sola en Berlín, superando la crisis creativa creada por la muerte de su madre.

En estos años formativos recibe la influencia de Proust y del Joyce de Retrato de un artista adolescente, pero también de Freud y Nietzsche. Entra en el círculo de Ortega y Gasset. Publica en la Revista de Occidente dos relatos (Chinina Migone, 1928, y Juego de las dos esquinas, 1929) y el ensayo Esquema de los problemas culturales y prácticos del amor (1931), y también en La Gaceta Literaria.

Al estallar la Guerra Civil Española, Pérez Rubio se alista y Chacel firma el Manifiesto de los intelectuales antifascistas, colabora con la prensa republicana y trabaja como enfermera. El agravamiento de la situación militar hace que se decida el envío al exterior de las obras del Museo del Prado, responsabilidad que se encarga a Pérez Rubio. Chacel y su hijo parten a Barcelona, Valencia y luego al exterior, a Francia, con una breve etapa en Grecia, donde son hospedados por Nikos Kazantzakis.
Tras la caída de la República, se reúne la familia, trasladándose a Brasil, con breves estadías en Buenos Aires. Su exilio resulta poco prolífico en lo narrativo, aunque colabora con revistas y suplementos literarios y lleva a cabo traducciones del francés y el inglés. La situación económica de la familia es comprometida.

Su regreso a España tiene varias etapas, comenzando en Nueva York con una beca Guggenheim (1959–1961). La mejora financiera le permite volver a España, donde permanece hasta 1963. Un segundo viaje de promoción literaria tiene lugar en 1970. Se instala definitivamente en España en 1973 con una beca de la Fundación March para terminar Barrio de Maravillas, aunque viaja periódicamente a Río de Janeiro, y se afinca definitivamente tras la muerte de Pérez Rubio en 1977. Esta última etapa es la más fecunda desde el punto de vista literario.


Esta es la historia de una de las vallisoletanas ilustres.

Un abrazo y no olvideis dejar vuestro comentario.

1 comentario:

Marcos Valdespino dijo...

Lo siento por no pasarme por la actualización de ayer pero es que estuve liado...

Rosa Chacel fue una mujer muy importante en la historia de Valladolid, y con la estatua de la plaza del Poniente se la rinde un merecido homenaje.

1 saludo!!