lunes, 28 de abril de 2008

Monumento a Cristóbal Colón


Detalle de Colón en la estatua homonima.

El Monumento a Colón de Valladolid se halla hoy en día en uno de los enclaves más hermosos de la capital castellana, la Plaza de Colón. La figura del navegante mira de frente a la del escritor José Zorrilla, en la Plaza de Zorrilla a través del arbolado paseo de carros de la Acera de Recoletos, dejando a su mano izquierda el Parque del Campo Grande y a su espalda la estación de Valladolid-Campo Grande.

En un principio la escultura parte de un proyecto de monumentalización para La Habana, finalizado el cual en se otorga la realización de la escultura a Antonio Susillo, que en 1891 la ha finalizado, realizándose su fundición en los talleres de Thiebaut Freres. La base es de piedra granítica y las figuras superpuestas a ella se realizaron en bronce.

La estructura de la base es de tronco de pirámide de cuatro lados, en cada uno de ellos figuran relieves con momentos de la vida de Colón: Su visita al monasterio de La Rábida, donde busca apoyo de los monjes y respaldo en las camarillas de la corte, no por nada hablamos de los Reyes Católicos. La partida de las naves desde el puerto de Palos y su llegada al continente, que no llevará su nombre figuran en otros dos lados, y por último se recrea la acogida en los salones de los reyes a su regreso con los objetos descubiertos.

Por encima de los relieves se sitúan cuatro esculturas que representan los valores fundamentales en los que se apoyó Colón para su descubrimiento:la Historia, la Naútica, el Estudio y el Valor. Sobre la piedra se asienta una esfera que simboliza el globo terráqueo orlado con una cinta con el lema "Non Plus Ultra" inscrito. Dicha cinta es rasgada por la garra de un león, simbolizando el fin del "finis terrae", un paso más allá, al otro lado del océano, este mismo lema "abreviado" por el león es el que figura en la cinta que rodea las columnas junto al escudo nacional.

Reforzando este simbolismo de empresa nacional se puede ver también el escudo de España sujeto por el águila de San Juan, y por si no quedara claro la identidad de los patrocinadores de la empresa los medallones con las efigies de Ysabel y Fernando.

Rematando el conjunto la figura de Colón arrodillado, como se supone que hizo cuando por primera vez pisó las costas americanas y tras él una representación alegórica de la Fe con una cruz y un cáliz, como refuerzo de la idea de inspiración divina y recompensa justa al esfuerzo.
Su localización había de ser la Plaza Central de la capital cubana, cuando se produjo la rebelión y pérdida de la colonia. Devuelta la escultura a España el consejo de ministros decidió adjudicar como destino de la obra Valladolid, si bien dicha decisión atrajo algún que otro revuelo pues la Comisión municipal de Sevilla reclamó para sí el emplazamiento de la escultura.
Monumento a Cristóbal Colón.

Ambas ciudades rivalizaban en derechos históricos sobre la figura colombina y su legado, ya que si fue en Valladolid donde murió el descubridor en 1506 y donde había logrado los fondos para sus viajes en diversas entrevistas con los reyes, fue en Sevilla donde se estableción el consulado de Indias, y donde durante los cuatro siglos de unión arrivaban los comerciante y mercaderes con los portes del continente americano. Ambas ciudades albergaban casas donde Colón residió en diversos momentos de su vida. El punto crucial de la decisión llegó cuando el cabildo andaluz presentó los avales para el pago de un millón de reales que había de hacerse a los herederos del autor como pago a la obra. Sin embargo, el consistorio de Valladolid, hizo el pago efectivo con prontitud, y muchos esfuerzos, y la obra acabó por situarse más cerca del Pisuerga que del Guadalquivir.
Tras su consecución quedaba aún la cuestión de dónde colocar semejante monumento, que fue resuelta mediante una encuesta popular a través de las páginas del diario El Norte de Castilla, y que dio como resultado su ubicación actual, el Campo Grande, nos encontramos ya en 1901.
Pero no acaban ahí los avatares de la escultura, pues del bloque de la obra sólo se tenían las figuras de bronce desligadas de cualquier marco, y ni siquiera se conservaban los esbozos del autor, que se creían perdidos.
Aquí es donde adquiere de nuevo relevancia la figura de Juan Agapito y Revilla, dinamizador del ámbito cultural de la capital, quien logra finalmente acceder a copias de los documentos de Antonio Susillo y comienza el montaje de la escultura. Para la colocación de la primera piedra a finales de 1903 (se contó con la presencia del aún imberbe y prácticamente inédito en actos oficiales rey Alfonso XIII de España), aunque aún se tardaría dos años más en inaugurar el monumento ante el público.

Recientemente (2006) y con motivo del quinto centenario del fallecimiento del descubridor en la capital pucelana la escultura ha sido completamente restaurada, lo que unido a la desaparición de una fuente bajo su base permitirá la mejor conservación de este monumento tan viajero como su inspirador.
Esta es la larga historia de esta estatua.
Un saludo y no olvideis dejar vuestro comentario.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Uno de los simbolos de nuestra ciudad.

Un monumento muy bonito tanto en la parte de arriba como las estatuas de la parte de abajo.


1 abrazo!

Terefer dijo...

Ayyyyy mi barrio.... que me gustaaaaaaaaa!!!